En la Plaza Félix Huarte, de miras a la Avenida Navarra, reposa un árbol de características inusuales. Se trata de un pino, que a diferencia de muchos otros, está muy inclinado desde su tronco. Cuando uno lo observa desde lejos pareciera que se trata de un pino muerto por la posición en la que está, de hecho da la sensación de que está cayéndose, no obstante al acercarse es posible darse cuenta de que es un ser que está vivo.
A la hora de tener que fotografiar un árbol, decidí escoger uno que me llamara la atención. Por eso, de entre los tantos árboles que observé durante mis caminatas por la ciudad de Pamplona, específicamente en el barrio de Iturrama, elegí capturar este pino. Al verlo me pareció que podía ser muy atractivo como para retratarlo. Consideré que tenía la ventaja de que se encontrara un tanto solitario y apartado del resto de los árboles, lo que me permitía fotografiarlo con mayor facilidad y espacio, y desde diferentes ángulos.
Llegando el fin del verano, el árbol conserva sus hojas perennes, formando una copa con diferentes tonalidades de verdes, y de vez en cuando se puede vislumbrar alguna rama con colores más rojizos y marrones. Incluso tiene unos racimos de frutos, como si fueran cocos.
Al capturarlo en fotos traté de transmitir lo que el árbol es. Es decir, traté de retratar un ser de la naturaleza en su estado natural, que inspira vida. Para ello elegí sacar fotografías en diferentes momentos del día, y seleccioné el mediodía y el atardecer. Al medio día, bajo un cielo completamente celeste y soleado, busqué representar y transmitir lo que el pino inspira, esto es alegría, regocijo, colorido, y frescura. Al mismo tiempo, dada las características de su forma, considero que es posible transmitir cierto vanguardismo y rupturismo, así como aludir a la novedad, originalidad, y a lo diferente o extraordinario, porque es un árbol que posiblemente llama la atención de la mayoría de los observadores y paseantes. En el caso del atardecer, bajo un cielo anaranjado, traté de plasmar esa tranquilidad, serenidad, y calma que transmite la naturaleza. En ese momento del día en que uno está cansado, ya llegando el fin de la jornada, es posible relajarse y encontrar armonía así como distensión, y hasta cierto descanso o alivio de la mano de un ser de la naturaleza.
Traté de ilustrar esos sentimientos o estados que inspira el pino, así como su forma y colorido, a través de fotos obtenidas desde diferentes ángulos. De esa manera capturé el pino en su totalidad, luego algún trozo tal como hojas con racimos, el tronco inclinado, la corteza del árbol descascarándose, y alguna fotografía tomada desde el suelo con miras hacia arriba, así como desde las ramas del árbol mirando hacia el suelo.
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